Columna x2

11:11
No sé si soy supersticiosa. Lo escribo con verdad. No lo sé. Y eso que doy un taller para mujeres que quieren conectar con la escritura, la noche, los símbolos y las brujas, y que, de hecho, las semanas pasadas te escribí desde la invocadora que soy. A veces leo mi horóscopo o me sumerjo en zodiacos de todas las latitudes en busca de sentido.
No me presenta dilema alguno, ser atea y agnóstica a la vez, o más bien, según el caso. De hecho, puedo pensar dos cosas distintas sobre el mismo hecho. Estoy dispuesta más a la pregunta y a su plural de respuestas.
Lo que sí es que el mundo de los significados (espera, qué digo mundo, universo completo) me fascina. Amo como somos poseedores de tantos lenguajes y como significamos con ellos herméticos sentidos. Desde el círculo del oxígeno, la fórmula entre la equivalencia entre la masa y la energía, los símbolos celtas, los kanjis orientales, cada una de las letras (de todos los abecedarios), hasta los hoy por hoy, reyes de nuestros textos: los emojís, además de todo este lenguaje sintético en la red.
Aquí mismo, en nuestro jardín de columnas escritas, el x2 es vital y referencia a eso que actualmente, es decir: yo también, me identifico, suscribo, que esto que estoy viendo o leyendo se multiplique.
Esta columna la pensamos tan breve como nos sea posible, casi un meme que se lee en unos minutos para luego pasar página, o dar clic a otra cosa mariposa.
¿Lo estaremos logrando, Amanda?
¿Nos estarán leyendo? ¿Nos estarán interpretando?
¿Sientes el eco?
Ninguna escritora se hizo a sí misma. Plenamente. Si nos necesitamos. Si necesitamos ser leídas e interpeladas.
Contigo yo ya me doy por bien servida. Que me leas y leerte es muy hermoso para mí.
Y si mis cálculos no fallan, esta es la columna 11. En el mes 11.
Retomo, soy amante de los capicúas, los números que se leen igual de izquierda a derecha que al revés. Y cuando veo en algún contador del tiempo el 11:11 soy feliz, pues capté con la mirada un momento que, si bien no es único, es simétrico en un sentido. Y este, nuestro tiempo de columnistas epistolares en Testigo Púrpura me significa lo mismo. Un instante precioso.
Según, toparse con un 11:11 es equivalente a ver pasar una estrella fugaz o a soplar un diente de león. Así, que, si me lees, aprovecha esta lectura con capicúa integrado, y pide tu deseo.
Ana Valderrama
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