“Mujer para coger y mujer para casarse” o complejo Maddona – Whore

//Por: Mariana Herrera//

Lamentablemente todas alguna vez en nuestra vida hemos escuchado la siguiente frase salir de los labios de alguien cercano: Hay mujeres para coger y hay mujeres para casarse y formar una familia”. La misma puede venir acompañada de “tú papá sabía que yo era una mujer para casarse” o “debes ser siempre la segunda”.

Esta reducción de las mujeres en sólo dos categorías, la esposa o la puta, se conoce en el campo de la psicología como el complejo Maddona-Whore o el complejo de la Virgen-Prostituta

Este complejo, como apunta Whitney Greer en The Madonna, The Whore, The Myth, tiene su origen en la fe judeo-cristiana, siendo María y Eva, la Virgen y la Prostituta originales. Mientras que María representa la maternidad, el cuidado y la pureza, por su parte Eva es la imagen de la seducción, la indecencia y la decadencia de la humanidad.

Karen Celeste, en su tesis de maestría, define dicho complejo como la tendencia de los hombres a visualizar a las mujeres con las que se relacionan en dos extremos: las vírgenes, sus posibles esposas, las futuras madres de sus hijos y las prostitutas, las pecadoras, las caídas.  De acuerdo con Celeste, este complejo usualmente se manifiesta con la falta de deseo sexual que tienen los hombres casados hacia sus parejas, pero que mantienen un desempeño normal fuera del matrimonio.

Un estudio de caso llevado a cabo por la terapeuta sexual Anna NG Hoy Nga, reveló que Ken, su paciente de 35 años, había comenzado a presentar disfunción eréctil desde el inicio de su matrimonio, llegando al extremo de haber mantenido relaciones sexuales con su esposa únicamente tres veces, en los últimos tres años.

Ken expresaba, de acuerdo con la terapeuta, que durante su etapa de noviazgo con su ahora esposa Judy, nunca había tenido problemas para mantener relaciones sexuales con ella, sin embargo, entre más crecía su relación y su amor, a Ken le resultaba sumamente difícil tener una erección o sentir deseo sexual hacia su mujer. Para el paciente, las relaciones sexuales con su esposa eran un acto indecente y sucio, y confesó que cada vez que tenía alguna urgencia sexual, prefería masturbarse mientras fantaseaba con mujeres “sucias” y “malas”.

Como bien señala Celeste, esta condición se observa regularmente en hombres que reservan su amor para lo que ellos consideran “buenas mujeres”, a quienes asocian con sus madres. Mientras que la lujuria y el deseo están destinadas a las “malas mujeres”, a quienes conciben como amantes. 

«Madonna Whore» de Cyndi Lauper es una canción que habla de este complejo.

Sin embargo, el complejo no está únicamente reservado para los hombres. Karen Celeste menciona que se puede presentar en las mujeres al convertirse en madres; pues esta puede experimentar un conflicto emocional al usar su cuerpo para satisfacer su deseo sexual, así como para nutrir a otro ser humano mientras amamanta. El complejo, así como en los hombres, se presenta con la incapacidad de establecer intimidad con su pareja o con la carencia de deseo sexual.

Nancy Frey en su libro My Mother, Myself, como apunta Celeste, identifica otro origen del complejo en las mujeres; cuando se vuelven madres de una niña. De acuerdo con Frey, la madre llega a la realización de que su hija será objeto de los mismos peligros relacionados con el sexo que ella misma ha experimentado, y es entonces que entra en un papel de “protectora”, donde se desexualiza y comienza a definirse únicamente como “madre” ya no como “mujer”.

Esta “desexualización” tiene como objetivo que la niña no piense en su madre como un ser sexual, y que, por consiguiente, tampoco se pueda concebir de esa manera, en un futuro, o que relacione toda actividad sexual atada al lazo de la maternidad. 

Este complejo, que vemos representado en una parte considerable de la cultura popular; en los contenidos de entretenimiento, el ámbito laboral, familiar, religioso, provoca que tanto hombres y mujeres no puedan disfrutar de distintas facetas de su vida de manera plena, y que, en particular las mujeres, sean vistas únicamente como un cuerpo que, o puede maternar y cuidar o disfrutar y dar placer, pero nunca los dos en la misma persona. 

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