Mariana Herrera
“Cuantas mujeres hemos sido opacadas o nos han querido aplastar por pensar que es un honor ser la musa de alguien” la mirada fuerte de Giselle Dessavre hace juego con las palabras que brotan de ella, pero también vienen acompañadas de una ternura y una sonrisa audaz. Una audacia que nace de la realización de su propia fuerza y del poder crear algo a partir de ella.
Históricamente el titulo de artista se ha encontrado reservado únicamente para la población masculina. La historia del arte, así como la historia en general, se ha encargado de narrar las memorias de la humanidad desde la mirada de nombres como Da Vinci, Dalí, Piccaso o Rivera. Memorias donde a la mujer le ha sido asignado el papel de observadora, de un ser inerte que cumple en esencia las mismas funciones que la utilería en una obra de teatro, y que en el mejor de los casos, sirve únicamente de fuente de inspiración para aquellos con la capacidad innata de crear.
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