Columna x2

¡Querida Ana!
Leo tus líneas y no sabes lo mucho que me identifico. Me imagino que nuestras lectoras lo harán también, parece que nos sincronizamos como solo sabemos hacerlo las mujeres, en medio de esta magia invernal. Tristemente hoy me tome la última taza de café de la casa, espero correr con suerte y poder comprar más, no lo sé aún. La crisis ya te la sabes.
Como tú también he sentido ese desasosiego al no poder escribir y no por una falta de “temas” o por no tener “algo” que decir, no, es otra cosa, algo más, que me falta o que me frena, pero celebro cada vez que salimos triunfantes con nuestra pequeña pero significativa columna. Que esta necedad siga viva mucho tiempo, que sea una llama que no se apague, que se convierta en incendio y que después del acabose, renazcamos desde nuestras cenizas como el ave fénix. A seguir escribiendo.
Amo, este constante y continuo ejercicio de escribirnos, haciéndolo desde el sentir y el compartir.
Hoy la ciudad se pinta de gris, es un típico día xalapeño, la neblina hasta abajo y el chipi-chipi, acompañados de un frio que suele colarse por la ventanas -Yo tengo la mía abierta- también amo ese frio que me recuerda que estoy viva, que siento, que anhelo, que pronto llegara la primavera. Pronto, no hoy. Hoy todavía podemos abrazar el frio, pintarnos de azul, enero sigue sin acabarse y aunque estemos en cuesta, hay llano. – ¡ay, ya no! Digo algunas veces- ja ja ja.
Es curiosos como “ayer” la vida es una, y “hoy” es otra, pero siempre es la misma. En este ciclo, me tocó parar unos días y mira que lo agradezco, no estoy enferma y todo mi entorno está tranquilo, es más, hasta me estoy permitiendo una pequeña alegría al día, cada uno, trato de no caer en excesos -cosa muy difícil en este mar de mundo- y ya sabes una carente de autocontrol.
Siento que en esta Columna -como en otras- digo y digo y en realidad no digo nada, pero la verdad es que amo este pequeño ejercicio epistolar, lleno de complicidad, en el que simplemente somos dos amigas escribiéndose cartas la una a la otra, a veces compartimos alegrías, otras tristezas y algunos enojos.
Amo este valor cómplice con el que cada una enfrenta “la hoja en blanco” ya sea en el monitor o en papel; esta diciplina amorosa que nos cobija y nos impulsa semana a semana a seguir escribiendo, a seguir compartiendo, a leernos en la otra y encontrarnos.
Hoy no hay conclusión, aunque siempre hay preguntas sobre la mesa. Hoy hay apapacho, reflexión y mucha divagación soril y amorosa.
Con Cariño
Amanda V.
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