Los perros ladran afuera, anoche unas gatas maullaban de celo de un modo desgarrador. Conciertos que taladran hasta que ya son parte del soundtrack de la casa. Amanecí con alergia y no hay café. 

La hoja en blanco del monitor me parece un umbral lejano al que no sé cómo acceder. 

¿Por qué escribir? es una pregunta onda, que me oprime el pecho. Por qué hacer algo en lo que, a todas luces, no soy tan buena, ni me es tan vital. Es una necedad tremenda esta, la de escribir por escribir. 

Según yo, el tema sería el Imbolc y las estrellas de Brigit, y exhortaría a celebrar esta festividad pagana a la que se le montó la fiesta de la Candelaria, porque es increíble remontarnos a lo que está velado y revelarlo, y revelarnos así. Y lo tejería un poco con una diosa nórdica que he descubierto, Lofn, la de los amores prohibidos, cuyo nombre significa Permiso. 

El ánimo alicaído que me cargo no me deja escribir de lo que quiero. No me deja hacer casi nada, salvo lavar los interminables platos, doblar ropa, alimentar al gato. Ir cuál Sísifo doméstico, medio recogiendo aquí y a cuya.

La casa se me desborda.  

Esto de forzarme a escribir nuestra Columna x2 es empujarme a un lugar, un espacio simbólico de disciplina amorosa. Donde cuesta estar, pero se está, al fin y al cabo, dentro de un paréntesis. Me gustaría saber si quien nos lee, también logra un mini oasis de la vertiginosa vida, una pausa para hacer la breve reflexión de esta faramalla que es vivir y sostener la vida.  

Mi conclusión no determina nada, salvo que la ola a veces es cresta, a veces es llano. Este día me cuesta la cuesta, pero aquí estoy, haciendo lo mejor que puedo. Y esta columna es constancia de ello. 

Esta hoja en blanco del monitor la llené con esta disertación sobre lo difícil que es empujarnos arriba, cuando muy poco nos sostiene. Noto un silencio en casa, y la alergia va parando. Sé puede vivir un día sin tomar café. 

Ana V.