Ser feminista: ¿qué implica y por qué nos cuesta tanto identificarnos como una?

//Por: Amarantha Chávez y Ana Alicia Osorio//
Ya es marzo, mes en que la resistencia de miles de mujeres busca la culminación de una violencia generalizada, ya sea en el espacio público, privado o virtual. Ser nombrada como “feminista” puede ser objeto de ataques y prejuicios que demeritan el movimiento y degradan el valor de un concepto que es difícil de adoptar, pero que dice mucho.
Como te contamos a inicios de año, existen diferentes corrientes teóricas con distintas perspectivas y modos de accionar, y el movimiento feminista, si lo ponemos de manera general, es conocido por ser la lucha en pro de los derechos de las mujeres, mismo que en los últimos años ha tenido un auge impresionante debido a un hartazgo generalizado, violencia desmedida e injusticias que hemos callado desde tiempos remotos.
Si cada vez somos más quienes nos hemos acercado a la comunidad que generan cada una de las corrientes, entonces: ¿por qué es tan difícil identificarnos como parte del movimiento?
Nancy, quien lleva años trabajando desde colectivas que apoyan a mujeres, dice que le cuesta mucho trabajo asumirse y decir abiertamente que es feminista: ”Siento que hay muchas cosas en las cuales trabajar y deconstruirse. No es algo a la ligera y va más allá de la teoría y del activismo”.
“Muchas veces no nos damos cuenta que en nuestro día a día estamos inmersas en una serie de micromachismos, todavía en algunos momentos normalizamos algunas cosas”, agrega.
Para Kasandra esos comportamientos machistas que día a día se repiten debido a la forma en que fuimos criadas, es justamente la razón por la que no se considera feminista, aunque simpatice abiertamente con la causa.
“No, no me considero feminista, Apoyo los ideales y creo entenderlos, sin embargo me falta corregir muchos aspectos de mi vida y de mi persona, creo es a lo que se le llama deconstrucción, para poder considerarme lo que yo creo que es ser feminista”
En el caso de Isela conoció el feminismo desde su salón de clases y aunque estaba segura que era un movimiento necesario, durante años no se reconoció como una porque lo hacía desde la soledad y no tejía redes con otras mujeres. Por eso la primera marcha a la que acudió y organizarse con esa Colectiva fue lo que la llevó a nombrarse como una.
“Yo estaba muy en contra de las etiquetas y yo pensaba que había visto en otros medios de divulgación que nombrarte era como un movimiento del posmodernismo para separar y debíamos estar más unidos”
“Las veía (a las feministas) y creía que tenías que conocer mucho o hacer mucho para serlo, luego pensaba que aunque yo quería que las mujeres tuvieran derechos no estaba haciendo nada para lograrlo porque publicar en twitter no es hacer nada, pero me empezaron a decir feminista y sentía bonito pero luego vi la fama de muchas y los pleitos que hay y ya no sé si lo soy (…) quiero los derechos para las mujeres, eso sí”, es la experiencia de Daniela
Desde el feminismo decolonial (una de las corrientes) nos han mostrado que algunas mujeres indígenas no se llaman “feministas” porque no se identifican con lo que les han mostrado que es o porque consideran que es un término que viene con las conquistas (españolas o inglesas, por ejemplo).
Sin embargo, muchas de esas mujeres están haciendo trabajo para lograr que sus pares vivan vidas libres de violencia (estableciendo refugios, llevando pláticas, uniéndose a las luchas por el territorio y un largo etcétera) y aunque no lleven la etiqueta, eso no les quita el gran trabajo que hacen.
Te llames a ti misma feminista o no, estés de manera activa en las marchas o eventos virtuales o no, estamos seguras que te importa que las mujeres no sigamos viviendo violencias y que desde tu trinchera puedes ayudar a los cambios que necesitamos.