¿Y el feminismo qué ha hecho por mí?

//Por: Amarantha Chávez//
Es común que en redes sociales nos encontremos con discusiones en las que el feminismo sale a relucir como un instrumento que no sirve para nada. Se dice que no es posible lograr cambios en las estructuras y que es una moda que sólo promueve protestas sin sentido acompañadas de vandalismo.
Después de las movilizaciones por el 8 de marzo (Día de la mujer) y del histórico #9M, donde miles de mujeres desaparecieron del entorno social durante un día, las respuestas a la ola de feminicidios que venía arrastrando no parecían claras.
El 2020 fue, sin duda, un año que descolocó muchas de nuestras aspiraciones y sueños. Limitaciones en lo social y laboral, problemas de ansiedad, retrasos en sentencias, trámites burocráticos que nos hacen preguntarnos si en realidad estamos en el siglo XXI, son algunos de tantos. No obstante, el año de la pandemia trajo también muchos cambios y progresos gracias a la lucha feminista:
En el caso de Ingrid Escamilla, donde las fotografías de su atroz desenlace fueron difundidas y tratadas sin la discreción necesaria, las exigencias tanto de familiares como de activistas lograron reformar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
En ella, se establecen sanciones que van de dos hasta ocho años de prisión para servidores públicos que revelen o difundan tanto imágenes como archivos de investigaciones, fortaleciendo la protección legal de los derechos de las víctimas. La llamada #LeyIngrid acaba de ser aprobada por unanimidad en el Congreso local de la CDMX.
A inicios de mes, y también como parte de las reformas para dicha ley, la Cámara de Diputados incluyó en ella los conceptos de violencia simbólica y mediática. En ella, se considera como violencia simbólica a cualquier tipo de eventos que promuevan estereotipos de género y que evalúen la apariencia física de mujeres, niñas y adolescentes.
A través de esta reforma, se logró que las instituciones públicas no puedan asignar recursos y cualquier tipo de apoyo económico para la realización de estos concursos.
Otro “logro”, aunque no llegó a concretarse, fue la iniciativa propuesta por diputadas de diversos partidos políticos, en la que se buscaba eliminar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 16 por ciento a productos de higiene menstrual. Sin embargo, aunque un grupo plural de legisladoras apoyaron la propuesta, un bloque de legisladores de Morena impidió que la iniciativa avanzara.
Se quedó como una iniciativa “a concretar”, y que valió la mención de Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, en una de las conferencias mañaneras en las que hace poco tuvo espacio.
Recientemente, la #LeyOlimpia, una iniciativa que pretende castigar con cárcel la difusión de contenido íntimo sexual compartido sin consentimiento, ha tomado una fuerza impresionante entre personas afectadas y colectivos en búsqueda de la justicia en el entorno digital. A pesar de no ser una ley como tal, ésta busca modificar los códigos penales y leyes ya existentes para encarcelar a los responsables.
En noviembre de 2020, la iniciativa de la activista Olimpia Coral fue aprobada por unanimidad en el Senado de la República, y se busca que a través de la Cámara de Diputados se establezca a nivel nacional. Se ha logrado en 16 estados hasta ahora.
Aunque la despenalización del aborto a nivel nacional aún se ve algo lejana, poco a poco se ha logrado acceder a este derecho de manera independiente, aunque lamentablemente de manera parcial, como es el caso de Oaxaca.
“Con la despenalización (del aborto), la apertura que hay en materia legal para que las mujeres ya no seamos criminalizadas a la hora de tomar la decisión de interrumpir un embarazo… Ahora, el reto es hacerlo realidad, que todas las mujeres podamos tener un acceso real a ese derecho”, menciona Mayra Morales Aldaz, integrante de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos (DDESER) Oaxaca.
De no ser por la participación de miles de mujeres que acuerpan, que resisten y se mantienen firmes en la lucha, no estaríamos dando estos pasos que, en comparación con el siglo pasado, se ven como pasos agigantados.
La lucha continúa, y está en nosotras seguir dándole batalla (y por qué no, también cuerda) al sistema patriarcal que continúa invisibilizando y callando, por el que se siguen maquillando cifras y por el que seguimos resistiendo desde la vulnerabilidad a la que nos han hecho creer que pertenecemos.
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