Martha

//Por: Ana Alicia Osorio//

Es la primera vez que Martha cuenta su historia para hacerse pública. Es la primera vez que levanta la voz sobre las violencias que vivió, lo mucho que le afectaron y los ataques de pánico que ha sentido desde entonces. 

Martha no es su verdadero nombre. Al día siguiente de la entrevista pide no dar el real pues aún no siente tranquilidad. 

Ahora tiene 57 años y no hay denuncia por lo que vivió. La retiró cuando su agresor firmó el divorcio, esa fue la condición para obtener su libertad. 

Cuando puso la denuncia su agresor demoró 30 minutos en llegar a su casa para exigir que la retirara y como moneda de cambio le ofreció firmar la esperada separación. 


Se casó siendo menor de edad, cuenta, con un hombre mayor que enseguida empezó a ejercer violencia física, que la dejaba encerrada, sin dinero y dos hijos. Un hombre que le disparó en múltiples ocasiones pero ninguna le hizo un daño mortal. 

“Me intentó matar  yo le decía ‘atínale, atínale’ ‘que me mates, porque para qué voy a seguir viviendo’”, cuenta mientras la voz se le empieza a cortar. 

Por eso los múltiples psicólogos y psiquiatras que le han atendido a lo largo de los 26 años, solo pueden atinar a decirle que los ataques de ansiedad constantes que empiezan cuando oye un ruido fuerte o cuando recuerda algunas escenas que vivió, son normales

Solo puede tener algunas herramientas para intentar identificarlos cuando apenas empiezan, pero no erradicarlos por completo. 

Al momento de platicar por teléfono, interrumpe la conversación para contar que empezó a sentir una sensación de frío, entumecimiento en el cuerpo, una muestra inequívoca de que se acerca un ataque de pánico. Pero se sobrepone para seguir platicando. 

“Yo no sabía darle el nombre a los casos, pero ahora yo me considero una sobreviviente de feminicidio”, sentencia con todo lo que esas palabras llevan implícito. 

En su matrimonio tuvo un hijo y una hija. Él se quedó con su papá y ella con Martha. Esa decisión la han llevado a arrastrar múltiples reclamos de parte de ambos y problemas de dinero porque la esperada pensión alimenticia jamás llegó. 

Los reclamos le pesan, el saberlo en libertad le pesa más. 

“A mí me encantaría que ese hombre pisara la cárcel porque el daño es para toda la vida”, dice a sabiendas que eso jamás pasará. Cuando menos no por su caso. 


¿Necesitas ayuda? Aquí hay un directorio de organizaciones de la sociedad civil que pueden apoyarte

Si quieres leer más sobre las sobrevivientes de intento de feminicidio, puedes hacerlo en este link

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