Violencia de género separó a nicaragüense de su familia

//Por: Alicia Osorio//
La Concordia, Chiapas.- Huir de la violencia que ejercía su pareja, le costó a Martha perder contacto durante varios años con su familia.
Ella es originaria de Nicaragua, de donde salió hace 12 años como ahora lo hizo la Caravana Migrante de hondureños. Se estableció en Guatemala y mantenía contacto por teléfono con Juliana, su mamá.
Allí se casó y tuvo una pareja, de quien recibía maltratos y golpes, por eso cuando una conocida le dijo de migrar hacia México decidió emprender el viaje y huir de la violencia familiar.
“Vivía en Guatemala, tenía mi marido en Guatemala y ella lo sabía muy bien, pero el hombre me daba maltrato después que vino de los Estados (Unidos) y yo me vine con otra amiga que nos dijeron que nos fuéramos para adelante”, contó.
En el viaje Martha Munguía lo perdió todo. No tenía ningún número de teléfono a donde llamarle de nuevo a su mamá y no podía volver a su tierra.
“No tenía número de mi mamá, tenía tiempo de no verla pero en Jaltenango me encontré con él, con Rubén (Figueroa, integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano), le comenté y me hicieron el favor”, indicó.
Su sueño era llegar a Estados Unidos, pero pronto se dio cuenta que el viaje implicaba muchos riesgos pues como migrante estaba a expensas de los retenes migratorios de las autoridades y de las actividades delictivas del crimen organizado. Se estableció en La Concordia, un poblado de Chiapas donde rehizo su vida.
El tiempo para Juliana Medina, en Nicaragua, tampoco fue fácil. Sin lugar a donde acudir a buscar, solo preguntaba a quien creía le pudieran pistas, sin éxito alguno.
Un buen día, el Movimiento Migrante Mesoamericano llegó a su casa, la que Martha les había dicho donde estaba, y le preguntó si tenía una hija desaparecida.
“Le preguntaba a muchas personas si alguien la conocía pero nunca me daban razones de ella, hasta que llegaron los del movimiento”, indicó.
Entonces sucedió el milagro. Ella viajó a México con la Caravana de Madres Migrantes que buscan a sus familiares desaparecidos en la ruta migratoria.
Un humilde casa blanca recibió a Juliana, donde la esperaba su hija y llegó el abrazo prolongado por tantos años.